domingo, 21 de abril de 2019

En aquel tiempo - Manuel Alcántara


Yo tuve el corazón capaz de lluvia.
Ocurría febrero con sus alas
y el tiempo digital nos puso juntas
las manos y los ojos y los cuerpos:
toda la tierra que el amor excusa.
Igual que el viento en las banderas altas
se comportó en nosotros esta música.
Me fui quedando acompañado y cierto,
entendido en los bosques de mi jungla,
leñador orgulloso de raíces
que no debieron nunca estar ocultas.
Lo de siempre se puso a ser distinto:
el mar entero cupo en una urna,
el hielo de los vasos provenía
de una lejana nieve, nuestra y única,
mis manos migratorias se quedaron
a vivir en tu tierra más profunda
y en mi boca, de siempre descontenta,
dimitían de pronto las preguntas.
Presenciadas por dos cambian las torres,
la muerte aplaza sus gestiones últimas
y estar vivo se agita y condecora.
La muerte debe ser como un espejo
donde uno mira y mira sin ver nunca.
Ven cerca. Más. Que entre los dos no quepa
ninguna muerte ni ninguna duda.
Te hablo desde febrero y desde siempre:
sabemos del amor por lo que alumbra,
por lo que tuerce y acrecienta y rige,
por su forma de andar en la penumbra...
Y así, sobre semanas perseguidas
izamos con esfuerzo nuestra alma.

miércoles, 17 de abril de 2019

El Cristo de Velázquez - Miguel de Unamuno


¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío?
¿Por qué ese velo de cerrada noche
de tu abundosa cabellera negra de nazareno
cae sobre tu frente?

Miras dentro de Ti, donde está el reino de Dios;
dentro de Ti, donde alborea el sol eterno de las almas vivas.
Blanco tu cuerpo está como el espejo del padre de la luz,
del sol vivífico; blanco tu cuerpo al modo de la luna
que muerta ronda en torno de su madre nuestra cansada vagabunda tierra;
blanco tu cuerpo está como la hostia del cielo de la noche soberana,
de ese cielo tan negro como el velo de tu abundosa cabellera negra de nazareno.

Que eres, Cristo, el único hombre que sucumbió de pleno grado,
triunfador de la muerte, que a la vida por Ti quedó encumbrada.
Desde entonces por Ti nos vivifica esa tu muerte,
por Ti la muerte se ha hecho nuestra madre,
por Ti la muerte es el amparo dulce que azucara amargores de la vida;
por Ti, el Hombre muerto que no muere blanco cual luna de la noche.

Es sueño, Cristo, la vida y es la muerte vela.
Mientras la tierra sueña solitaria,
vela la blanca luna;
vela el Hombre desde su cruz, mientras los hombres sueñan;
vela el Hombre sin sangre, el Hombre blanco como la luna de la noche negra;
vela el Hombre que dió toda su sangre por que las gentes sepan que son hombres.

Tú salvaste a la muerte. Abres tus brazos a la noche,
que es negra y muy hermosa, porque el sol de la vida la ha mirado
con sus ojos de fuego: que a la noche morena la hizo el sol y tan hermosa.
Y es hermosa la luna solitaria, la blanca luna en la estrellada noche
negra cual la abundosa cabellera negra del nazareno.
Blanca luna como el cuerpo del Hombre en cruz,
espejo del sol de vida, del que nunca muere.

Los rayos, Maestro, de tu suave lumbre nos guían en la noche
de este mundo ungiéndonos con la esperanza recia de un día eterno.
Noche cariñosa, ¡oh noche, madre de los blandos sueños,
madre de la esperanza,
dulce Noche, noche oscura del alma, eres nodriza de la esperanza en Cristo salvador!

No es que muera de amor - Jaime Sabines



"No es que muera de amor". Voz: Jaime Sabines [1926-1999].

jueves, 11 de abril de 2019

Federico García Lorca - Si mis manos pudieran deshojar,


Yo pronuncio tu nombre
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros ...
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas. 

                                                               
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,
en esta noche oscura,
y tu nombre me suena
más lejano que nunca.

  Más lejano que todas las estrellas
y más doliente que la mansa lluvia.

¿Te querré como entonces
alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?

  Si la niebla se esfuma,
¿qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna!!

Andando - Juan Ramón Jiménez


Andando, andando.
Que quiero oír cada grano
de la arena que voy pisando.

Andando.
Dejad atrás los caballos,
que yo quiero llegar tardando
(andando, andando)
dar mi alma a cada grano
de la tierra que voy rozando.

Andando, andando.
¡Qué dulce entrada en mi campo,
noche inmensa que vas bajando!

Andando.
Mi corazón ya es remanso;
ya soy lo que me está esperando
(andando, andando)
y mi pie parece, cálido,
que me va el corazón besando.

Andando, andando.
¡Que quiero ver el fiel llanto
del camino que voy dejando!

Canción del Viaje de José Ángel Buesa


Recuerdo un pueblo triste y una noche de frío
y las iluminadas ventanillas de un tren.                          

Y aquel tren que partía se llevaba algo mío,...
ya no recuerdo cuando, ya no recuerdo quien.


Pero sí que fue un viaje para toda la vida
y que el último gesto, fue un gesto de desdén,
porque dejó olvidado su amor sin despedida
igual que una maleta tirada en el andén.

Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche,
se acurrucó en su olvido, que fue inútil también.

Como esos pueblos tristes, donde llueve de noche,
como esos pueblos tristes, donde no para el tren.

La caricia perdida - Alfonsina Storni


Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos... En el viento, al pasar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida ¿quien la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará... rodará...

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.

Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?

A la Mariposa - Carolina Coronado


Bien hayan, mariposa,
las bellas alas como el aire leves,
que inquieta y vagarosa...
entre las flores mueves,                                        
ostentando tu púrpura preciosa.


De blanda primavera
bien haya la callada y fiel vecina,
la dulce compañera
del alba cristalina,
perdida entre la flor de la pradera.

Ligera y afanosa
el prado mide tu inseguro vuelo,
ya huyendo temblorosa,
ya con ansioso anhelo
en las flores vagando codiciosa.
Bien haya el purpurino,
el vaporoso polvo de tus alas,
que al aire de contino
puro y luciente exhalas
al abrirte en sus ámbitos camino.

¡Ay! goza, mariposa,
la pasajera vida de dulzura,
que vuela presurosa:
goza allá tu ventura,
revolando en la siesta silenciosa.

Apura de las flores
el empapado cáliz que te ofrecen,
y apura tus amores;
que ya en la noche acrecen
del otoño los vientos destructores.

Y eres frágil y bella,
y tu belleza el cierzo descolora.—
Si sañudo atropella
tu gala seductora,
ni aun de tu forma quedará la huella.

miércoles, 10 de abril de 2019

Pablo Neruda - Te necesito,



Aún no estoy preparado para perderte...
No estoy preparado para que me dejes solo.

Aún no estoy preparado para crecer
y aceptar que es natural,
para reconocer que todo
tiene un principio y tiene un final.

Aún no estoy preparado para no tenerte
y sólo recordarte...

Aún no estoy preparado para no poder oírte
o no poder hablarte,
no estoy preparado para que no me abraces
y para no poder abrazarte.

Aún te necesito
y aún no estoy preparado para caminar
por el mundo preguntándome ¿por qué?
No estoy preparado hoy ni nunca lo estaré.
Te necesito.

viernes, 5 de abril de 2019

Mientras tú existas - Ángel González


Mientras tú existas,
mientras mi mirada
te busque más allá de las colinas,
mientras nada
me llene el corazón,
si no es tu imagen, y haya
una remota posibilidad de que estés viva
en algún sitio, iluminada
por una luz—cualquiera...

Mientras
yo presienta que eres y te llamas
así, con ese nombre tuyo
tan pequeño,
seguiré como ahora, amada
mía,
transido de distancia,
bajo ese amor que crece y no se muere,
bajo ese amor que sigue y nunca acaba.

Son las gaviotas, amor - Ángel González


Son las gaviotas, amor.
Las lentas, altas gaviotas.

Mar de invierno. El agua gris
mancha de frío las rocas.
Tus piernas, tus dulces piernas,
enternecen a las olas.

Un cielo sucio se vuelca
sobre el mar. El viento borra
el perfil de las colinas
de arena. Las tediosas
charcas de sal y de frío
copian tu luz y tu sombra.

Algo gritan, en lo alto,
que tú no escuchas, absorta.
Son las gaviotas, amor.
Las lentas, altas gaviotas.

miércoles, 3 de abril de 2019

Cuéntame cómo vives (cómo vas muriendo) de Gabriel Celaya



Cuéntame cómo vives;
dime sencillamente cómo pasan tus días,
tus lentísimos odios, tus pólvoras alegres
y las confusas olas que te llevan perdido
en la cambiante espuma de un blancor imprevisto.

Cuéntame cómo vives.
Ven a mí, cara a cara;
dime tus mentiras (las mías son peores),
tus resentimientos (yo también los padezco),
y ese estúpido orgullo (puedo comprenderte).

Cuéntame cómo mueres.
Nada tuyo es secreto:
la náusea del vacío (o el placer, es lo mismo);
la locura imprevista de algún instante vivo;
la esperanza que ahonda tercamente el vacío.

Cuéntame cómo mueres,
cómo renuncias sabio,
cómo frívolo brillas de puro fugitivo,
cómo acabas en nada
y me enseñas, es claro, a quedarme tranquilo.

Cultivo una Rosa Blanca - José Martí



Cultivo una rosa blanca
En Junio como en Enero,
Para el amigo sincero,
Que me da su mano franca....

Y para el cruel que me arranca
El corazón con que vivo,
Cardo ni ortiga cultivo
cultivo una rosa blanca.

Duda de Rafael de León


¿Por qué tienes ojeras esta tarde?
¿Dónde estabas, amor, de madrugada,
cuando busqué tu palidez cobarde
en la nieve sin sol de la almohada?

Tienes la línea de los labios fría,
fría por algún beso mal pagado;
beso que yo no sé quién te daría,
pero que estoy seguro que te han dado.

¿Qué terciopelo negro te amorena
el perfil de tus ojos de buen trigo?
¿Qué azul de vena o mapa te condena

al látigo de miel de mi castigo?
¿Y por qué me causaste este pena
si sabes, ¡ay, amor!, que soy tu amigo?

Hemos perdido aun este crepúsculo - Pablo Neruda


 Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.
He visto desde mi ventana...
la fiesta del poniente en los cerros lejanos.


A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol entre mis manos.
Yo te recordaba con el alma apretada
de esa tristeza que tú me conoces.
Entonces dónde estabas?
Entre qué gentes?
Diciendo qué palabras?

Por qué me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?

Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.
Siempre, siempre te alejas en las tardes
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.

Muerte en el olvido – Ángel González.


Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
—oscuro, torpe, malo— el que la habita...