viernes, 10 de febrero de 2017

Alma desnuda - Alfonsina Storni


Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos. 

Alma que puede ser una amapola,
Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.

Alma que como el viento vaga inquieta
Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que adora sobre sus altares,
Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.

Alma que fuera fácil dominarla
Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.

Alma que cuando está en la primavera
Dice al invierno que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.

Alma que cuando nieva se disuelve
En tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.

Alma que a ratos suelta mariposas
A campo abierto, sin fijar distancia,
Y les dice: libad sobre las cosas.

Alma que ha de morir de una fragancia
De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.

Alma que nada sabe y todo niega
Y negando lo bueno el bien propicia
Porque es negando como más se entrega.

Alma que suele haber como delicia
Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.

Alma que siempre disconforme de ella,
Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por ser el buque en marcha de la estrella.

La flor del desierto - Soledad Campos


De todas las cosas que alimentan mis ojos,
nunca vi algo tan peculiar,
de todos los campos y senderos, muchas como tú vi,
pero ni una que se le comparara con tu soledad
ni una tan valiente como tú,
cuando te enfrentas con el sol radiante,
tan perseverante como para abrirse en un reino de sequía.  Muchos senderos, muchas flores,
¡sí! como tú, como tu flor única,
aunque seas exactamente igual que las flores que lucen sus colores al viento,
más tú luces tu soledad
en medio de aquel desierto, que marchita y opaca tus colores,
aquel que a pesar de ser desierto;
te espera y te da gloria,
como si fueras hija de la misma sequía.



El mañana efímero - Antonio Machado


    La España de charanga y pandereta,
    Cerrado y sacristía,
    Devota de Frascuelo y de María,
    De espíritu burlón y de alma quieta,
    Ha de tener su mármol y su día,
    Su infalible mañana y su poeta.
    El vano ayer engendrará un mañana
    Vacío y, ¡por ventura!, pasajero.
    Será un joven lechuzo y tarambana,
    Un sayón con hechuras de bolero,
    A la moda de Francia realista,
    Un poco al uso de París pagano,
    Y al estilo de España especialista
    En el vicio al alcance de la mano.
    Esa España inferior que ora y bosteza,
    Vieja y tahúr, zaragatera y triste;
    Esa España inferior que ora y embiste,
    Cuando se digna usar la cabeza,
    Aún tendrá luengo parto de varones
    Amantes de sagradas tradiciones
    Y de sagradas formas y maneras;
    Florecerán las barbas apostólicas,
    Y otras calvas en otras calaveras
    Brillarán, venerables católicas,
    El vano ayer engendrará un mañana
    Vacío y, ¡por ventura!, pasajero,
    La sombra de un lechuzo tarambana,
    De un sayón con hechuras de bolero:
    El vacuo ayer dará un mañana huero.
    Como la náusea de un borracho ahíto
    De vino malo, un rojo sol corona
    De heces turbias las cumbres de granito;
    Hay un mañana estomagante escrito
    En la tarde pragmática y dulzona.
    Mas otra España nace,
    La España del cincel y de la maza,
    Con esa eterna juventud que se hace
    Del pasado macizo de la raza.
    Una España implacable y redentora,
    España que alborea
    Con un hacha en la mano vengadora,
    España de la rabia y de la idea.